Miguel de Cervantes Saavedra
Don
Miguel de Cervantes, tuvo un incidente el día 15 de septiembre del año 1569 y
se marchó de España. En noviembre o diciembre del año 1569, Cervantes salió
desde Toledo, dirección Murcia a Cartagena, donde embarcó hacia Italia. En el
año 1570, lo vieron vestido de militar, se alistó al tercio español en Nápoles.
Cervantes
salió de España a últimos del año 1569, por el camino de Toledo a Cartagena para embarcar. Cervantes pasó por el cruce de caminos y por la Venta de
Manjavacas, pernoctó algunas noches en la Venta de Manjavacas por lo que
conocía estos lugares y parajes, ya que era la única Venta que se encontraba en
el cruce de caminos, de Toledo a Cartagena y de Valencia a Sevilla.
Cervantes,
pasó por Campo de Montiel, la Venta (con la ermita en ruinas de Manjavacas), el
encinar, el cruce de caminos, El Toboso y los molinos de viento de Campo de
Criptana. Cuando en este tiempo, estos pueblos y parajes, que conoció Cervantes
pertenecían a Campo de Montiel.
En
el año 1602 el cardenal Camilo Borghese, pontificio de España durante el
reinado de Felipe III, pasó por la Venta y por el cruce de Manjavacas en
dirección Cartagena para embarcar hacia Italia.
El
cardenal Camilo Borghese en el año 1612 fue elegido Papa con el nombre de Paulo
V. El 9 de enero del año 1612, el Papa Paulo V, concedió una bula conmemorativa
a la Virgen de la Antigua. Existe una copia de esta bula que se encuentra en el
presbiterio de la Ermita de Manjavacas, y que comienza diciendo: “Ntra. Sra. de la Antigua que se venera en
la Ermita de Manjavacas...”.
Por
lo tanto, el lugar de la Mancha está enmarcado en una geografía real, que
Cervantes escogió para hacer del lugar de la Mancha, la patria chica de Don
Quijote y Sancho Panza.
Don Miguel de Cervantes, cuando escribió su obra magna, don Quijote de
la Mancha, comenzó así: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no
quiero acordarme, no a mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero,
adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”.
Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las noches, duelos y
quebrantos los sábados, lentejas los viernes, y algún palomino de añadidura los
domingos.
En un lugar de la Mancha hace cuatro siglos que vivía nuestro hidalgo
manchego, Alonso Quijana, tendría unos cincuenta años de edad. Don Quijote “se
enfrascó tanto en la lectura de los libros de caballería, que se pasaba las
noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio, así del poco
dormir y de mucho leer se le seco el cerebro, si alguno tuviera.
Después de preparar las armas, ponerle nombre a su rocín y ponerse
nombre así mismo, decía que le faltaba una dama, de la que enamorarse, porque
un caballero andante sin amores es como un “árbol sin hojas, sin fruto y cuerpo
sin alma”. Acordándose de una moza de un
lugar cerca del suyo, que en tiempos él estuvo enamorado, aunque ella jamás lo
supo, se llamaba Aldonza Lorenzo, natural de El Toboso y, buscándole un
nombre que no desdijese mucho del suyo, vino a llamarla Dulcinea del Toboso
(capítulo I).
En aquellos tiempos, era difícil relacionarse entre vecinos, de los
pueblos que no estén cerca uno del otro, el lugar de la Mancha, está cerca de
El Toboso.
Sancho Panza, conocía a Aldonza Lorenzo y a toda la familia, porque
vivía cerca de El Toboso.
Después de todos los preparativos que don Quijote hizo en su casa, un
lugar de la Mancha, cerca de El Toboso. Salió con su caballo Rocinante por la
puerta falsa del corral, un caluroso día del mes de julio por la mañana.
Caminaban por el antiguo y conocido Campo de Montiel, Don Quijote, se
desesperaba, porque quisiera topar con alguien que le nombrara caballero.
“Caminaba tan despacio que el sol, entraba tan aprisa y con tanto ardor, que
fuera bastante a derretirle los sesos si alguno tuviera”.
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